No creo exagerar
si digo que Marily Morales Segovia es, lejos, la artista más prolífica de
Corrientes. Más de 37 libros publicados – ensayos, novelas, libros de cuentos,
poesías, antologías –, alrededor de un centenar de letras para chamamé,
innumerables exposiciones artísticas de su propio cuño, colecciones de objetos
de procedencia rural o urbana, de origen sagrado o profano, su obra es a todas
vistas inabarcable. Entrar a la obra de Marily Morales Segovia es introducirse
a un mundo fecundo, extenso, en el que la poeta va produciendo y liberando
pensamientos y poemas que rompen las barreras; leer todo lo publicado por ella
es como intentar leer entero a César Aira: siempre algo se escapa, y lo que se
escapa dice algo esencial al conjunto y de lo que no sabremos nunca nada. No se
reitera, no gira alrededor de un único tópico, sino que avanza, desprende
diferentes concepciones del presente y el pasado, se renueva y hasta a veces
irónicamente se niega a sí misma.
Marily por suerte nos ha dejado
una pequeña, lúdica e intensa autobiografía en su libro Devocionario correntino y santoral chamamecero, donde dice de ella
misma:
Ñánde Sy Guasu de la Canción
Nueva. Es Pombera también. Aparece y desparece de -todas partes. Fue inmolada
por los ñacurutú del monte y salvada por la Kaabi Yára en el Alto Paraná. Desde
entonces el Pomero la sigue a todas partes. Empayesada por el chamamé, salvo la
Vida y la Libertad, para Glorias de Nuestro Pasado.
Sobrenatural de Yaguareté Corá y
sobrevivida en Corrientes (República Argentina ndayé) y Valencia (España).
Ascendió a la Tierra Sin Mal
llevada por un coro de canciones infantiles y desde allí ha de venir para no
juzgar, sino para hacer milagros.
Sus devotos
deben cantarle chamamé al Pombero para que no le estropee los milagros.
Podríamos
remontar el comienzo de la carrera artística de Marily Morales Segovia 62 años
atrás, hasta 1954, cuando presentó en Corrientes su primera exposición de
esculturas. O a 1957, cuando junto a Herminio Giménez preparan la música para
la película Alto Paraná, del director
ítalo-argentino Catrano Catrani. O hasta 1959, cuando edita su primer libro de
poemas, La puerta, en la editorial Nord-Este
que junto con Darwy Berti, Juan José Folguerá, Arturo Zamudio Barrios, Dora Norma
Filiau y otros llevaron felizmente a cabo.
Lo cierto es que
de manera continuada desde entonces ha incursionado en cuanto género y arte se
le ha cruzado por delante, dedicándose además al estudio de campo como
periodista y entrevistadora para la “Enciclopedia de temas del Nordeste” (UNNE)
y publicando allí un documento sobre el chamamé en 1972. Durante esos años promoverá
el desarrollo de la generación de la Canción Nueva Correntina, y además de ser
letrista de muchos de los músicos de esta nueva camada, junta su pluma al piano
de Edgar Romero Maciel, y con él componen obras de carácter más orgánico como
ser la Cantata a José Francisco, obra
musical en homenaje a Don José de San Martín, canciones para chicos e incluso Corrientes Cuatro Siglos, canción
oficial del festejo de los 400 años de la ciudad que fundara Vera y Aragón.
Junto a ella han quedado en el cancionero popular de los correntinos La vida y la libertad, Glorias de nuestro pasado, Pombero, Bajo la luna de abril y otro buen puñado de versos.
La obra de
Marily Morales continuará creciendo y diversificándose, y ni siquiera la distancia
del mar entre medio que le impondrá su mudanza a Valencia le impedirá seguir en
contacto físico y creativo con Corrientes. Siempre viajando, siempre volviendo,
Morales Segovia publica y promueve a escritores de los dos lados del océano, y
continúa aún tan activa como en sus primeros momentos junto al arte.
Sus primeros
poemarios revelan ya dos constantes en su obra: en La puerta (1959) el tono más intimista, reflexivo y amoroso; en También Corrientes (1965) aparecen las
personas, lugares y objetos de la tierra correntina. De este poemario es su Canto al hombre correntino:
Quise decir tu
nombre
y contuviste mi
llamado.
Aún no podía
pronunciarte.
Tú me llevaste
de las manos
por el rumbo
del viento norte
y los lagartos.
Me obligaste a
empezar contigo tu alfabeto
de señales
indígenas.
Nací entonces
palabra.
Palabra fui de
tierra y agua
para encontrar
tu acento y revivirlo.
(…)
Por los caminos
de la lluvia
luna y más luna,
estrella sol y
más estrellas.
El miedo es
fugitivo que se oculta.
Me dijiste:
laguna.
Te respondía:
leyenda.
Un filo de
cuchillos
en procesión de
duendes
con manos de
cigüeña,
y colmillo de
puma
y huellas de
lagarto y de serpiente.
(…)
Te nombro:
Correntino
Y las letras me
hacen
como espuelas de
plata
rodando en la
tormenta de un grito.
En muchos otros
de sus libros (El río de todos, Devocionario correntino y santoral
chamamecero y El libro del Pombero)
su mirada se sumerge hacia el interior de Corrientes, hacia el pasado, hacia el
universo mitológico, los santos populares y la tradición arraigada en el
correntino. Pero en su poesía también emerge una mirada desde el presente; Fuera del Paraíso y Visiones de la voz son dos poemarios de
2005 y 2009 donde las problemáticas son acuciantemente modernas, cotidianas,
universales: aparecen la Perestroika, el conflicto Oriente-Occidente, la
automatización de la vida moderna. Por ejemplo en Visiones de la voz:
Tú preguntas.
Yo respondo.
Yo pregunto.
Tú respondes.
Y se forma
la trama
que envuelve
nuestro silencio.
(poema VIII de la sección “Tú y yo”)
A lo largo del poemario en varias
secciones aparece esta invitación a dudar de nuestras seguridades o saberes
adquiridos: en “Enseñanzas” habla de los días creados para homenajear/comerciar
con las relaciones humanas – día del padre, del amigo, del enamorado, de los
muertos –; en “Noticias de Mutantes” nos revela de su propia experiencia que el
amor eterno para los que mutan es el que dura un instante; en “Identidad” la
definición del yo, lo propiamente uno, está atravesada por las miradas de los
demás sobre uno, y por la idea que tiene uno de lo que los demás miran en uno,
formando una especie de cajas chinas en la que no sabemos nunca si hemos
llegado o no a la más pequeña donde se esconde finalmente la esencia humana. Esta
deconstrucción de los modos de estar
en el mundo se reitera en el poemario Fuera
del Paraíso, donde hallamos en la sección “Variaciones sobre la libertad”
poemas de una factura profundamente humana:
Hemos visto a los salvadoreños y
colombianos
presos de la violencia y el narcotráfico.
A los africanos, esqueléticos,
presos de la desnutrición y el hambre.
A los chinos,
desgajarse en sangre sobre la plaza de
Tian Namen.
Me gustaría saber dónde está la
libertad.
(¿Libertad?)
Y este poema/problema también es una
constante en la obra de Morales Segovia, pues la libertad no sólo atañe al
presente como aparece puesto de manifiesto en este poema, sino que además
atraviesa al pasado reciente (Diálogo con
Fantasmas habla de sus amigos
desaparecidos y de los pocos que han quedado para seguir luchando el sueño de
libertad que se los llevó), y aún el pasado histórico, el de la gran herida de
la Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay, donde dice su conocido
chamamé:
El negro quiere vivir
y está obligado a matar;
el llanto se le secó
esclavo de Portugal.
(La vida y la libertad)
El pasado – el mítico e histórico –
está también infiltrado en la letrística chamamecera, y se hace patente a
partir de la imaginería correntina que se cuela en sus canciones, en sus
libros, en sus poemas. De manera manifiesta o velada, la poeta siempre está buscando
hallar las imágenes que acompañan a la inocencia originaria:
Dónde estás, dónde te fuiste
duendecito con sombrero,
te has metido entre las plantas
y los juncos del estero.
En las siestas de naranjas
te me vuelves naranjero,
si te escondes en las ramas
dónde estás que no te veo.
(Pombero)
El poeta es alguien que no tiene
casa, que cuando posa sus pies en un lugar es sólo para descansarlos; en la
sección “Portal” que abre el poemario Fuera
del Paraíso, Marily Morales Segovia postula esta condición de beduino – o
de peregrino – que define al poeta, no como una predestinación sino como una
elección:
Los que elegimos nuestro destino
hemos pasado a ser
aquella raza de navegantes del desierto.
(VI)
Esta elección de
ajenidad vitalicia le permite al poeta mirar su alrededor con el desapego
necesario para hablar de él distanciadamente: ver a la gente en los bares
practicar el antiguo rito de la seducción (Bar
“La Tula” en la tarde), delatar el profundo absurdo de la burocracia (Trámite), o redactar “manuales” que son
– como los de Cortázar en Historias de
cronopios y de famas – un desnudamiento de prácticas internalizadas (Instrucciones para ser Esclavo e Instrucciones para convertirse en Amo). Ese
desapego hacia lo circundante no se sostiene cuando irrumpe el recuerdo, pues
con él lo vital se ve afectado y, por ello mismo, imbricado en aquello de lo
que habla. Por eso en el chamamé Pintor
de recuerdos, aunque acepte que el mar lo ha llevado “más allá del dolor y
de mi tierra”, la distancia física que separa a poeta y tierra se disipa, el
poeta beduino, poeta peregrino que no está apegado a su tierra en tanto
materialidad, no se marcha nunca:
yo soy el que ha tornado y no regresa
porque nunca me he ido, no me he ido.
(Pintor de recuerdos)
Marily es – creo yo – inabarcable. No
puedo escribir sobre todo lo que ella escribió, y ni siquiera sobre todo lo que
leí de Marily. Por eso me escudo en su obra de teatro para niños Luna y Yerutí, donde Monchito quiere
saberlo todo respecto al mundo y el doctor Cururú, muy sabio, le contesta:
Cururú: - ¿Todo?
¿Todo? Pues bien. Comienza por algo. Si consigues saber algo, pronto sabrás
algo más, es posible que puedas llegar a saber mucho. Si logras saber mucho,
puedes tratar de saber todo o resolver que prefieres no saber nada.
Monchito: - Eso
es bastante difícil.
Cururú: - Ya lo
ves. Todo es más que mucho. El conocer mucho produce mucho placer y… mucho
dolor”.
Excelente, magistral, y apasionante, descripcion de LA POETA, la artista, la leyenda.........
ResponderEliminarMuchas gracias, realmente es una autora con tantas aristas que hacer un recorte de su obra es complicado. Pero sí: es una artista completa. Saludos
ResponderEliminarExcelente mirada sobre la obra de la poeta y de la Correntinidad.
ResponderEliminarMuchas gracias Mario por la detenida lectura
ResponderEliminarFelicitaciones y gracias Facundo por este bello homenaje que le has hecho a nuestra querida Marily Morales Segovia. Permiso tomaré tu trabajo para hacer una ponencia de su vida y obra...Saludos
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