domingo, 14 de febrero de 2016

Preludio


Ya el escritorio está listo para empezar a desandar este camino elegido.

Hay un chamamé de Rodolfo "Bodoque" Regúnaga llamado "Cantor de mi tierra" que siempre me gustó, sobre todo sus primeras estrofas y estribillo, pues canta y describe el instante anterior a la expresión artística:

Se encienden las luches, llora la acordeona; se afirman mis dedos en el diapasón.
La raza me crece desde las entrañas, y cuelgo en la noche mi primer canción.
La gente me mira con cierta ternura: yo soy uno de ellos que se hizo cantor;
Pensarán seguro que estaré nervioso... y es cierto chamigo, grande es mi emoción.

Porque entrecerrando los ojos, por entre las lágrimas veo
aquí a mi derecha a Ernesto Montiel;
en un tome y traiga con Cocomarola
mi voz no está sola y canto mejor...
se asienta en los bajos de una verdulera
dormida en las manos de don Tarragó.


Yo, en las vísperas de empezar a publicar estos artículos sobre la literatura correntina, me encuentro en idéntica situación que Rodolfo: aquí, expuesto a las miradas de todos, a las críticas, a los errores que pudiera cometer, a las injusticias que con mi impericia o desconocimiento pueda realizar hacia los autores de la provincia que tanto amo. Y sin embargo, igual escribo; parafraseando al chamamé: yo soy uno de ellos que se hizo escritor, y a mi derecha en esta pila de libros que me rodea veo a Pisarello, a Muniagurria, a Odín Fleitas, a Francisco Madariaga, a Girala, a Marily, a Marta de Paris... 

Mi voz no está sola, mi lapicera tampoco. Así que escribo, porque - bien o mal - a las palabras no se las lleva el viento; mis ideas y mis lecturas no sirven si me las guardo, si no comparto con ustedes este vasto acervo que el tiempo amontonó frente a mis ojos. La de Corrientes es una inmensa cultura oral que tiene sólo una "punta de iceberg" a la vista. 

Y la literatura en especial. Hace quince años yo conocía apenas un par de autores. Luego, una media docena. Hace dos o tres años unos sesenta, todos del siglo XX: Hoy alrededor de 150, que han publicado en Corrientes desde 1850 o en Buenos Aires, Santa Fe, México, España. Por eso escribo, porque seguro hay otro yo leyéndome que no conoce aún ninguno, o conoce a muy pocos. Y puesto que es poco probable que el mercado editorial se interese por publicarlas nuevamente, al menos desde la democracia de las redes las volveremos a reeditar.

Que sus obras circulen así, hechas tinta suelta en internet, hasta encontrar sus improbables lectores. O como dice mucho mejor que yo el queridísimo Cacho González Vedoya:

Quiero que mi palabra no caiga
que vuele, como un pájaro gozoso
Que no se oculte en el silencio
Que traspase mi tiempo
Quiero que mi palabra calme la sed
brille en la oscuridad
Quiero que mi palabra no caiga
pero si llegara a caer
germine



3 comentarios:

  1. Que extraordinario placer, que enorme felicidad ya me ha causado este preludio, por lo que contiene, por lo que asoma, por un joven con una vida intensa y responsable; `porque conozco "un par" de tu amigos de toda la vida y todos resplandecen entre tanto gris. Lastima que la mayoría lo haga desde lejos. Me propongo dejar que me guíes en la preciosa camino que emprendes y compartirlo intensamente con todos mis amigos. Salud y Gracias Facundo

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    1. Muchas gracias por acompañarme en este camino que es en realidad el de todos los correntinos. Un abrazo y esperemos estar a la altura

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  2. Adelante con esta gran iniciativa. El mayor de los éxitos y estoy a disposición por cualquier cosa. Un abrazo.

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